Primera Lectura. Deuteronomio 4,1.5-9.
1>>Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño a cumplir; así viviréis y entraréis y tomaréis posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
5Mirad, yo os enseño los mandatos y decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis, en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella. 6Ponedlos por obra, que ellos serán vuestra prudencia y sabiduría ante los demás pueblos, que al oír estos mandatos comentarán: "¡Qué pueblo tan sabio y prudente es esa gran nación!" 7Pues ¿qué nación tan grande tiene un dios tan cercano como está el Señor, nuestro Dios, cuando lo invocamos? 8Y ¿qué nación grande tiene unos mandatos y decretos tan justos como esta ley que yo os promulgo hoy?
9>>Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.
Explicación.
4,1 El comienzo puede leerse como consecuencia de la historia contada por Moisés, pero las fórmulas son de comienzo. Recurren las fórmulas "escucha" (5,1; 6,4; 9,1). "mandatos y decretos", el título "Dios de vuestros padres" alude a la promesa patriarcal. La entrada en la tierra está condicionada, como en 8,1.
4,5 "Mandatos y decretos" es una de las binas (endíadis) que expresan la totalidad. Su cumplimiento se propone aquí, no como condición para entrar, sino como tarea en la tierra ya ocupada; y en su cumplimiento concreto y sucesivo se realiza la lealtad radical: del primer mandamiento cuelgan los demás.
4,6-7 Sabiduría o sensatez y prudencia son cualidades humanas, internacionales, cultivadas y estimadas por otros pueblos. Israel posee una sensatez propia, recibida de Dios como orden de vida (véase la identificación en Eclo 24,23; Bar 4,1). Una vida según los preceptos será testimonio ante el resto de las naciones; por ella Israel será reconocido como "gran nación" -esto se dice cuando los judíos forman una pequeña provincia del gran imperio persa-. En el cumplimiento de esa ley, más que en el templo, Israel tendrá a su Dios cercano. Lo puede invocar, pronunciando su nombre, sin necesidad de imágenes, con una relación más personal y exigente. Is 55,6.
4,8 Ni los famosos códigos de otros pueblos (p. ej. el de Hammurabi) se pueden comparar con el código legal de Israel, que es un humanismo revelado y garantizado por Dios.
4,9 Los hechos recientes apoyan la observancia, porque los mandatos se fundan en los beneficios procedentes de Dios; su cumplimiento tiene algo de respuesta agradecida. De aquí la importancia de la memoria en la religiosidad de Israel (cfr. Sal 78).
Salmo. 147,12-13.15-16.19-20.
12Glorifica, Jerusalén, al Señor,
alaba a tu Dios, Sión,
13que ha reforzado los cerrojos de tus puertas
y bendice a tus hijos dentro de ti;
15que envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre velozmente;
16que envía la nieve como lana
y esparce la escarcha como ceniza;
19Anuncia su mensaje a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel.
20Con ninguna nación obró así
ni les dio a conocer sus mandatos. ¡Aleluya!
Explicación.
147,13 Supone la amenaza exterior: Neh 3. Bendice: con la fecundidad.
147,15-18 Llega la estación invernal. En manos de Dios los meteoros hostiles resultan domésticos: lana blanca y protectora, ceniza, resto de un fuego de hogar, mendrugos, restos de pan. Más importante el dominio de Dios que, en su sazón, con un soplo, sacude el letargo invernal: compárese con Eclo 43,17-22. Del mismo modo controla los inviernos de la historia.
147,16 Job 37,6.
147,19 La terna "mensaje, decretos y mandatos" remite al Dt e implícitamente a la alianza.
147,20 La leyes privilegio de Israel: Dt 4,8; Bar 4,1-4.
Transposición cristiana.
Es tradicional que Jerusalén represente a la Iglesia terrestre y a la celeste, de donde la lectura del salmo en dos claves complementarias. La palabra que viene a la tierra y corre veloz es el Hijo de Dios en la encarnación; como palabra se prolonga en la predicación del evangelio.
Evangelio. Mateo 5,17-19.
17 ¡No penséis que he venido a echar abajo la Ley ni los Profetas! No he venido a echar abajo, sino a dar cumplimiento:
18 porque os aseguro que antes que desaparezca el cielo y la tierra, ni una letra ni una coma desaparecerá de la Ley antes que todo se realice.
19 Por tanto, el que se exima de uno solo de esos mandamientos mínimos y los enseñe así a los hombres, será llamado mínimo en el reino de Dios; en cambio, el que los cumpla y enseñe, ése será llamado grande en el reino de Dios:
20 porque os digo que, si vuestra fidelidad no se sitúa muy por encima de la de los letrados y fariseos, no entráis en el reino de Dios.
EXPLICACIÓN.
17 - 20. Deshace un malentendido y previene contra una decepción. Su misión no es echar abajo el AT (la Ley y los Profetas) en cuanto es profecía del reinado de Dios, sino dar cumplimiento a esa promesa (cf. 1,22; 2,15.17.23; 4,14, etc.). La Ley (18), el Pentateuco, tenía por eje el éxodo de Egipto y la entrada en la tierra prometida; esto era figura de la obra del Mesías. El éxodo definitivo se realizará antes que desaparezca el mundo visible (18); comenzará con la muerte de Jesús y quedará abierto para toda la humanidad. De ahí la necesidad de practicar cada una de las bienaventuranzas antes propuestas (esos mandamientos mínimos), que toman el lugar de los mandamientos de la antigua Ley. Será llamado grande/mínimo, según realice o no la condición de hijo de Dios (5,9: serán llamados hijos de Dios). Fidelidad (20) en calidad y totalidad: es insuficiente el legalismo, como queda claro en el desarrollo subsiguiente (5,21-6,18), se requiere una nueva actitud, pero el discípulo no puede ser negligente. La puerta para entrar en el Reino es la primera bienaventuranza (5,3), que crea la nueva actitud: a ella se refiere esta fidelidad.
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