domingo, 28 de julio de 2019

22 DE SEPTIEMBRE

PRIMERA LECTURA. Amós 8,4-7.

4Escuchadlo los que exprimís a los pobres y elimináis a los miserables; 5pensáis: ¿Cuándo pasará la luna nueva para vender trigo o el sábado para ofrecer grano y hasta el salvado de trigo? Para encoger la medida y aumentar el precio, 6para comprar por dinero al desvalido y al pobre por un par de sandalias. 7¡Jura el Señor por la gloria de Jacob no olvidar jamás lo que han hecho!

Explicación.

8,4-7 El último oráculo de la serie "escuchad" se concentra en el comercio injusto. Esos comerciantes consideran el sábado como fastidiosa interrupción del negocio (Is 58,13; Jr 17,19-27); hacen de los pobres mercancia humana; los obligan a venderse por deudas mezquinas.

8,4 Véanse 2,7; 4,1; 5,11.

8,7 "No olvidar" equivale a no perdonar. Es extraño que Dios jure "por el orgullo de Jacob": lo más probable es que habla del objeto del orgullo, o sea por sí mismo. La frase resulta irónica: Jacob se enorgullece de mí; pues verá las consecuencias (coherente con 3,2).

SALMO. 113,1-2.4-8.


1Aleluya. Alabad, siervos del Señor, 
alabad el nombre del Señor.
2Bendito sea el nombre del Señor 
ahora y por siempre. 
4El Señor se eleva sobre todos los pueblos, 
su gloria sobre los cielos.
5¿Quién como el Señor, Dios nuestro, 
que encumbra su trono
6y abaja su mirada en el cielo y la tierra?
7Levanta del polvo al desvalido, 
alza de la basura al pobre, 
8para sentarlo con los nobles, 
con los nobles de su pueblo. 
Explicación.
113,1 El nombre Yhwh es una de sus mediaciones. Pronunciado endereza la alabanza.
113,2 El salmo es un eslabón en una cadena perpetua. 
113,4 "Todos los pueblos" como 99,2; no divinidades como 97,9. Compárese la "gloria" celeste con la de Is 6.

113,5-6 Atención a la lectura quiástica. Un buen comentario en 1 s 57,15; para la mirada, Is 63,15 combinado con 66,2.
113,7-8 Pobres e indigentes vivían de la caridad pública, sin voz ni voto en los asuntos públicos. El Señor los levanta para que participen en el senado o concejo. 
Transposición cristiana.
El movimiento de bajar para elevar culmina en el misterio de la encarnación. Léase el himno de Flp 2,6-11. Por mediación de ls 54 y su cita en Gal 4,27, pasamos a una lectura eclesiológica del final.  


SEGUNDA LECTURA. 1 Timoteo 2,1-8.

  1Según esto, lo primero que recomiendo es que se tengan súplicas y oraciones, peticiones y acciones de gracias por la humanidad entera, 2por los reyes y todos los que ocupan altos cargos, para que llevemos una vida tranquila y sosegada, con un máximo de piedad y decencia. 3Esto es cosa buena y agrada a Dios nuestro salvador, 4pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen a conocer la verdad.
                      5Porque no hay más que un Dios y no hay más que un mediador entre Dios y los hombres, un hombre, el Mesías Jesús, 6que se entregó en rescate por todos. Ese testimonio se dio a su debido tiempo 7y de él me han nombrado pregonero y apóstol -digo la verdad, no miento- para enseñar a los paganos la fe y la verdad.
                    8En cualquier lugar que sea, quiero que las oraciones las digan los hombres; que levanten manos inocentes, sin ira ni rencores.

Explicación.

La oración por los reyes puede interpretarse como dirigida a evitar la persecución o, más probablemente, como un reconocimiento de los beneficios (vida tranquila y sosegada) que se derivan de una buena administración del Estado. Ya los judíos ofrecían oraciones , en el templo, sacrificios, por el emperador. No hay categorías de hombres excluidas de la salvación (1-4).

                Los antiguos mediadores han pasado, entre ellos, Moisés (cf. Gál 3,19). Un hombre... que se entregó, etc. (5b-6), traduce en lenguaje más griego (Mc 10,45; en rescate por todos, cf. Is 53,11s. Misión del apóstol (7).

                Levantar las manos era gesto común en la oración, lo mismo entre judíos que entre paganos (8).  


EVANGELIO. Lucas 16,1-13.

1 Y añadió dirigiéndose a sus discípulos:
- Había un hombre rico que tenía un administrador, y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes.
2 Entonces lo llamó y le dijo:
- ¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque no podrás seguir de administrador.
3 El administrador se dijo:
- ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
4 Ya sé lo que voy a hacer, para que, cuando me despidan de la administración, hay quien me reciba en su casa.
5 Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero:
- ¿Cuánto debes a mi señor?
6 Aquél respondió:
- Cien barriles de aceite.
Él le dijo:
- Toma tu recibo; date prisa, siéntate y escribe "cincuenta".
7 Luego preguntó a otro:
- Y tú, ¿cuánto le debes?
Éste contestó:
- Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
- Toma tu recibo y escribe "ochenta".
8 El señor elogió a aquel administrador de los injusto por la sagacidad con que había procedido, pues los que pertenecen a este mundo son más sagaces con su gente que los que pertenecen a la luz.
9 Ahora os digo yo: Haceos amigos con el injusto dinero, para que, cuando se acabe, os reciban en las moradas definitivas.
10 Quien es de fiar en lo de nada, también es de fiar en lo importante; quien no es honrado en lo de nada, tampoco es honrado en lo importante.
11 Por eso, si no habéis sido de fiar con el injusto dinero, ¿quién os va a confiar lo que vale de veras?
12 Si no habéis sido de fiar en lo ajeno, lo vuestro, ¿quién os lo va a entregar?
13 Ningún criado puede estar al servicio de dos amos: porque o aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.

EXPLICACIÓN.

Segunda secuencia: 1-13- Dirigida a los discípulos. La parábola es clara si se tienen en cuenta los usos de la época. La reducción de la cifra en el recibo no significa fraude al dueño, sino renuncia a la propia comisión. Por eso el dueño elogia al administrador (8); lo injusto, el dinero mismo.




Aplicación de la parábola a los discípulos (9), cf. 12,33; 14,33. Lo de nada (10), el dinero; no sólo es trivial e irreal, no es además cosa propia del hombre (12: lo ajeno). Lo propio del hombre es el Espíritu, don del Padre (11,13); para recibirlo se requiere el desprendimiento (11,33-36). El Espíritu lleva al don de sí mismo; quien no está avezado a dar (12,33) no podrá responder a él (11s). Colofón: el amor al dinero, una idolatría. Hay que optar entre los dos señores: no hay término medio (13).

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