lunes, 10 de diciembre de 2018

19 DE ENERO


PRIMERA LECTURA.  Hebreos 4,12-16.


12Además la palabra de Dios es viva y enérgica, más tajante que una espada de dos filos, penetra hasta la unión del alma y espíritu, de órganos de médula, juzga sentimientos y pensamientos. 13No hay criatura que escape a su mirada, todo está desnudo y vulnerable a sus ojos, y es a ella a quien habremos de dar cuenta.
              14Teniendo, pues, un sumo sacerdote extraordinario que ha pasado a través de los cielos, Jesús el Hijo de Dios, mantegamos firmes la fe que profesamos.
15Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno probado en todo igual que nosotros, excluido del pecado. 16Acerquémonos, por tanto, confiadamente al tribunal de la gracia para alcanzar misericordia y obtener la gracia de un auxilio oportuno.
EXPLICACIÓN.

La palabra de Dios, que ha sido invitación, será también juez de nuestra respuesta (12-13).

                Pasar a través del santuario y de la cortina hasta el lugar Santísimo una vez al año, el día de la Expiación, era la razón de ser del sumo sacerdote judío, Jesús, sumo sacerdote verdadero (cf. 3,1), ha pasado, no a través de un santuario terrestre, sino, por su muerte-resurrección, ha entrado en la esfera divina (a través de los cielos) hasta la presencia misma de Dios; así puede obtener la reconciliación definitiva. Éste es el gran estímulo para la fe (14).

Introducción: Jesús, sumo sacerdote, representante de los hombres ante Dios, se ha identificado con nosotros; todo temor está excluido, hay misericordia para el pasado y ayuda para el futuro (15-16). 

SALMO. 19,8-10.15.

8 La ley del Señor es perfecta:
devuelve el respiro;
el precepto del Señor es fiable:
instruye al ignorante;
9 los mandatos del Señor son rectos:
alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida:
da luz a los ojos;
10 el respeto del Señor es puro:
dura para siempre;
los mandamientos del Señor son genuinos;
justos sin excepción;
15 Que te agraden las palabras de mi boca,
acepta mi meditación,
¡Señor, Roca mía, Redentor mío!

Explicación.

19,8-11 Tercera sección. Sin transición ni introducción entre un tema nuevo. Entra la ley abriendo paso a seis sentencias de una regularidad exasperante, como materializando en lenguaje el orden que intenta establecer. Sólo sies: falta una para la perfección.

Los predicados son en gran parte corpóreos: respiración, corazón, ojos; es límpida y pura, es estable y ofrece apoyo. Es razonable, no teme dar razones y así educa al inexperto sin dejarlo en su ignorancia. Es lúcida, no exige obediencia ciega, sino que ilumina los ojos. Da alegría interna, no es carga insoportable.

El último verso propone dos comparaciones: oro, símbolo y medida de valor; miel, manjar el más sabroso (Prov 16,24). El autor piensa en el contenido más que en la formalidad de la ley.

19,15 Ya absuelto y con la integridad recobrada, el orante puede pronunciar su plegaria uniéndose al himno de la creación y respondiendo al atractivo de la ley. Su oración pondrá de acuerdo boca con mente y será aceptada por Dios: cfr. Ex 28,38; Lv 1,3.
Concluye con dos títulos: una metáfora de la naturaleza, otra de la legislación.

TRANSPOSICIÓN CRISTIANA.

Rom 10,18 aplica el v.4 a la predicación del evangelio. El cristiano contempla la creación restaurada en Cristo. Los antiguos explotaron el símbolo del sol como esposo; su salida del tálamo de María en el nacimiento, su carrera "desde el Padre hasta el Padre"; su calor es el Espíritu. La reflexión sobre ley y gracia anticipa la enseñanza de Pablo. 

EVANGELIO. Marcos 2,13-17.


13Salió esta vez a la orilla del mar. Toda la multitud fue acudiendo adonde estaba él, y se puso a enseñarles.  

Leví: Llamada de los excluidos de Israel (Mt 9,9; Lc 5,27-28) 

14Yendo de paso vio a Leví de Alfeo sentado al mostrador de los impuestos y le dijo:
-Sígueme.
El se levantó y lo siguió.  

La nueva comunidad. Oposición a los letrados (Mt 9,10-13; Lc 5,29-32)  

15Sucedió que, estando él recostado a la mesa en su casa, muchos recaudadores y descreídos se fueron reclinando a la mesa con Jesús y sus discípulos; de hecho, eran muchos y lo seguían.
16Los fariseos letrados, al ver que comía con los descreídos y recaudadores, decían a los discípulos:
-¿Por qué come con los recaudadores y descreídos? 

17Lo oyó Jesús y les dijo:
-No sienten necesidad de médico los que son fuertes, sino los que se encuentran mal. No he venido a invitar justos, sino pecadores.  
EXPLICACIÓN. 

El mar, apertura al mundo pagano (13, cf. 1,16).

b) (2,14). La figura del paralítico, la humanidad fuera de Israel, se Concreta en la de Leví, excluido de Israel por su profesión recaudador, 

considerado como pecador/descreído). Jesús lo llama como a los cuatro primeros (1,16-21a). Los no israelitas, marginados, entran en el Reino de Dios.
c) (2,15-17). Su casa/hogar (posesivo ambiguo, de Jesús y de Leví), figura de la nueva comunidad del Reino (banquete mesiánico), compuesta de dos grupos: los discípulos, procedentes de la institución judía (cf. Is 54,13), y los seguidores, muy numerosos, que no proceden de ella (excluidos de Israel); recostado, reclinarse, postura de hombres libres (15). Protesta de los maestros de la Ley, que pretenden mostrar a los discípulos lo impropio de la conducta de su maestro. Los recaudadores y descreídos/pecadores eran considerados impuros y estaban religiosamente discriminados (16). Los que son fuertes, los que ocupan una posición de fuerza, los jefes (d. Is 1,23-24; 3,1.2.25; 5,22; 22,3); los que se encuentran mal, los oprimidos, como en 1,32. Justos, los satisfechos de sí mismos que no desean cambio ni piensan necesitar salvación;pecadores, los que son conscientes de necesitarla (17).

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