PRIMERA LECTURA. 1 Jn 4,19 -- 5,4.
19Podemos amar nosotros porque él nos amó primero.
20EI que diga « Yo amo a Dios» mientras odia a su hermano, es un embustero, porque quien no ama a su hermano a quien está viendo, a Dios, a quien no ve, no puede amarlo. 20Y éste es el mandamiento que recibimos de él, que quien ama a Dios ame también a su hermano.
5 1Quien cree que Jesús es el Mesías ha nacido de Dios, y quien ama al que da el ser ama también a todo el que ha nacido de él.
2Ésta es la señal de que amamos a los hijos de Dios, que amamos a Dios cumpliendo sus mandamientos, 3porque amar a Dios significa cumplir sus mandamientos.
Sus mandamientos no son una carga, 4porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo; y ésta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.
El hombre puede amar porque se siente amado (19), pero no puede corresponder al amor de Dios sino a través del prójimo. Amor a Dios sin amor a los hombres es pura ilusión; a Dios, a quien no ve, cf. 4,12 (20-21).
1-5. La fe/adhesión a Jesús-hombre como Mesías salvador es señal de haber nacido de Dios, es decir, de haber recibido su Espíritu. Se opone el autor a los que minusvaloraban la humanidad de Jesús, afirmando que «el Mesías» es una realidad celeste que descendió sobre Jesús en su bautismo y se separó de él antes de su crucifixión. La muerte del hombre Jesús, fundamento del compromiso cristiano de amor a los hombres, no tenía valor para ellos ni, por tanto, se sentían vinculados por ese compromiso.
El Espíritu instaura la relación Padre-hijo entre el hombre y Dios, y amar al Padre lleva consigo amar a todos los que a él se parecen (1).
El autor ha mostrado que el amor tiene su origen en Dios y que el amor a Dios, reflejo del que él nos tiene, se demuestra con el amor a los hermanos. Ahora considera lo mismo desde el punto de vista opuesto: tampoco es posible amar a los hermanos sin tener el amor a Dios, que se traduce en la fidelidad a su designio. Sólo ateniéndose a los mandamientos, es decir, amando como Jesús ha amado (cf. 3,23) se puede estar seguro de que el amor a los demás es verdadero (2-3a).
Esto no es difícil cuando se desprecian los valores del mundo. Tal es la victoria que da la fe/adhesión a Jesús (cf. Jn 16,33): reconociéndolo por Hijo de Dios se adoptan sus valores, contrarios a los del orden injusto (3b-5).
SALMO. 72; 2, 14-15, 17
2Que rija a tu pueblo con justicia, a tus afligidos con rectitud.
14Que los rescate de la crueldad y violencia,
que aprecie en mucho su sangre.
15¡Que viva!, que le den oro de Sabá,
que recen por él continuamente
17Que su nombre sea eterno,
frente al sol retoñe su nombre.
Que todos los pueblos lo feliciten
y lo invoquen como bendición.
Explicación.
72,1-3 La primera sección presenta a los personajes: Dios, el rey y un escenario de montañas. Dios es la primera palabra del poema. Posee una justicia suya, que ejerce en el gobierno del mundo y que delega para que su pueblo conviva en la justicia: cfr. 2 Cr 19,6. El reyes "hijo de rey", es decir, de estirpe real, davídica, no usurpador; está en función de "tu pueblo", que es de Dios y no suyo, y es hoy un pueblo "afligido": ¿por un dominio extranjero despótico?, ¿por abusos de gobernantes anteriores? "Montes y colinas" pueden representar el paisaje, la configuración de Judá: Ex 15,17; 1 Re 20,23; Is 14,25 etc.
72,13-14 La repetición de "vida" en ambos versos nos dice que es cuestión de vida o muerte. El rey no está dispuesto a sacrificar a súbditos más humildes, pues estima sumamente la "sangre = vida". "Rescatar" vidas puede ser hacer justicia condenando a muerte al homicida. Creo más probable que "rescatar" se refiera aquí al peligro grave, no al homicidio consumado.
72,15 Comienza con el grito clásico ¡Viva!: 1 Sm 10,24; 2 Sm 16,16; 1 Re 1,25.31. 34-39. El verbo "dar" o se lee en pasiva o como impersonal. "Bendecir" es desearle
bendiciones de Dios.
72,17 Tercera petición. El nombre se perpetúa en la memoria y la descendencia. Ese nombre recibirá la felicitación de los venideros y se usará como modelo y prenda de bendición, como el de Abrahán: Gn 12,3; 18,18; 22,18. Un rey con algo de patriarca.
Transposición cristiana.
La tradición rabínica aplicó este salmo al Mesías; los cristianos lo identificaron con Jesús de Nazaret. Una vez planteada la trasposición global, podemos descubrir resonancias particulares en el NT. Reino eterno: Lc 1,33; universal: Mt 2,2;Ap 15,4; reino de justicia y paz: Mt 5,6.9; Rom 14,17; 1 Co 1,30; Ef 2,14; Sant 3,18; victoria sobre el opresor: Lc 11,21 s; Ap 17, 15; a favor de los pobres: Mt 5,2; Lc 4,18; 7,22; rescatar o vengar: Tit 2,14; Mt 20,28; Ap 6,10. Que viva: Ap 1,18; Rom 6,9; reconocimiento universal del nombre: Flp 2,10; Ap 14,6. La lista se podría ampliar fácilmente.
EVANGELIO. Lc 4,14-22.
14 Con la fuerza del Espíritu regresó Jesúa a Galilea, y la noticia se difundió por toda la comarca.
15 Enseñaba en aquellas sinagogas, y todos se hacían lenguas de él.
16 Llegó a Nazaret, donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga, según su costumbre, y se levantó para tener la lectura.
17 Le entregaron el volumen del profeta Isaías y, desarrollando el volumen, dio con el pasaje donde estaba escrito:
18 El Espíritu del Señor descansa sobre mí,
porque él me ha hungido.
Me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres,
a proclamar la libertad a los cautivos,
y la vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos,
19 a proclamar el año favorable del Señor (Is 61,1-2).
20 Enrolló el volumen, lo devolvió al sacristán y se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él,
21 y empezó a hablarles:
-Hoy ha quedado cumplido este pasaje ante vosotros que lo habéis escuchado.
22 Todos se declaraban en contra, extrañados del discurso sobre la gracia que salía de sus labios, y decían:
-Pero, ¿no es éste el hijo de José?
Explicación.
Jesús, portador del Espíritu. Primera actividad, la enseñanza. Éxito: aceptación entusiasta en Galilea (14s). Escena programática en Nazaret, en contraste con el resto de Galilea. Nazaret representa los círculos nacionalistas fanáticos del pueblo judío. Conocían a Jesús y esperan que comparta sus ideales.
Según su costumbre (16) remite a su enseñanza (15): va a exponer en Nazaret lo mismo que en el resto de Galilea, pero va a encontrarse con el fracaso. Toma la iniciativa; él mismo busca el pasaje de Is 61,1s (18s), que se interpretaba en sentido mesiánico (profeta-Mesías). Combinando textos (incluye Is 58,6: a poner en libertad a los oprimidos), describe Lc la misión liberadora de Jesús, el Ungido por el Espíritu. En primer lugar, anunciar a los pobres el fin de su condición miserable (cf. 1,51-53; 2,10s); cautivos, ciegos, los oprimidos (1,79; Is 9,1s; 29,18ss; 35,5; 42,7; 60,1ss). Alusión al año jubilar (19: el año favorable del Señor), en que se cancelaban las deudas y se ponía en libertad a los esclavos (Lv 25); el antiguo uso se convierte en símbolo de liberación. Relación del pasaje con los cánticos del Servidor (Is 42,1.7), antítesis de la violencia y del nacionalismo particularista (Is42,4; 49,6; 51,4s) y que libera con su pasión y muerte (Is 52,13-53,2). Se explica así la omisión intencionada (20: enrolló el volumen, cortando el pasaje) del final de Is 61,2: "el día del desquite del Señor nuestro Dios", referido a la victoria sobre los paganos, y de su aplicación a Sión (Is 62,3). Se sentó, postura del maestro.
Tensa expectación (20): la lectura del texto mutilado, presentación programático, espera una explicación. En su pueblo había tenido aceptación (2,52), por pensarse que era hijo de José (3,23); ha llegado ahora acompañado de una nueva fama (4,14), por propia iniciativa ha leído un texto clásico de la expectación mesiánica, pero omitiendo el final. Jesús comienza el discurso aplicándose a sí mismo el pasaje del profeta: él es el Mesías liberador, se abre la era de la salvación, pero ésta es universal, no excluye a los paganos (21). Reacción unánime y desfavorable. El gr. martyreô, con dativo, significa aquí testimoniar / declararse en contra (cf. Mt 23,31) (22).
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